Un golpe de viento acarició mi cara. Jill tenía la tez blanca y sus ojos estaban enrojecidos.
-Rebeca la ha cagado- dijo Carlos con voz estúpida.
-Ya que Alice está liberada, vámonos, no hay nada que hacer aquí- dijo Jill entre sollozos.
-Intentemos, por ahora, no acercarnos a Rebeca, por nuestra seguridad.- me atreví a decir. Pero sabía que me costaría hacerlo porque éramos amigos desde hace casi 8 años. Todos nos fuimos de allí. Llegué a casa, saludé a mis padres y me acosté a dormir. Quizás ahora solamente hubieran pasado cinco minutos, pero éstos me parecieron dos horas en las que no podía conciliar el sueño. Mi cabeza daba vueltas a un pequeño detalle que no comenté a los demás. Cuando Rebeca rompió el vaso dijo que todo era una farsa, pero no noté en ella la preocupación que debía tener una persona cuando sabía que un espíritu iría tras ella hasta matarla. Rebeca, por el contrario, parecía muy tranquila lo cual me hizo dudar si ocultó su miedo o realmente fue ella quien tuvo algo que ver con la desaparición de Alice. Estaba confuso, no más que los demás, pero sentía como si el puzle que intentaba resolver estuviera incompleto, como si le faltaran piezas. Al poco rato cerré los ojos y me dormí.
-¡Jill, aléjate de la vidriera, rápido! ¡Vamos, tu puedes!- Una sombra se acercaba a ella. Jill, parecía ser de piedra, estaba mirando a la sombra y no se inmutaba de mis palabras.
-¡Vamos!- Jill reaccionó. Comenzó a correr entre los bancos de la iglesia hacia mí. Ella cayó al suelo. La sombra se aproximaba aún más rápido. No podía dejarla allí tirada, indefensa, en el suelo. Comencé a correr con el fin de llevar a Jill en mis brazos hasta un lugar seguro de la iglesia, pero la sombra, llegó antes que yo y ya estaba al lado de Jill.
-¡No por favor, no me hagas daño!- dijo sollozando.
-!Jill, refúgiate bajo un banco! ¡La vidriera!
Era demasiado tarde, la vidriera estalló en mil pedazos que cayeron como gotas de lluvia en una tormenta veraniega sobre el cuerpo de Jill y sobre la sombra...




¡Hola, Jorge! Este capítulo está bien, también.
ResponderEliminarComo siempre te digo, me encanta lo que haces con el lector: le cuentas poco, aunque sí lo imprenscindible para que entienda todo, para dejarlo con la intriga y el lector no es capaz de levantar la cabeza de la lectura. Además, cuando acaba el capítulo, se queda muy intrigado por saber lo que pasará a continuación.