
Volvimos a casa. Aquel día de piscina hubiese sido inolvidable si no hubiera ocurrido aquello. Cuando llegué a casa eran las 5:30. Venía tan cansado que me heché sobre la cama un rato. El móvil me hizo pegar un salto de la cama.
- ¿ Sí ? -
- Hola Mark. Te llamo por que es algo urgente, he llamado a los demás y hemos quedado en el bosque. Nos vemos allí a las 6:30. - me dijo Carlos.
- Vale. Ya voy - Colgué.
Me cambié de ropa y fui al bosque. Allí estaban esperando, en el banco de siempre, Jill y Chris.
- Hola. ¿ Qué será eso tan importante que tiene que decirnos Carlos ? - dije.
- No sé, pero no sé por qué me da, que no es algo bueno – me contestó Jill.
- En fin, ya viene por allí. - dijo Chris.
Carlos llegaba corriendo y ahogado.
- Gracias por venir chicos – nos dijo.
Chris le dio dos palmaditas al banco, invitando a Carlos a que se sentase.
- Chicos, tengo una mala noticia que daros. A mi padre le han ofrecido un gran trabajo en el extranjero, concretamente en Tokyo, para dirigir una gran empresa. Me temo que no nos volveremos a ver... - nos dijo Carlos un tanto cabizbajo.
- ¿¡ QUE !? ¡ No puedes irte !. - dijo Jill.
- Lo he hablado con mis padres, pero no hay otra opción. - dijo casi sollozando.
- ¿ Crees que serviría de algo que habláramos con tus padres ? - dije yo.
- No creo, pero podemos probar... - dijo Carlos teniendo algo de esperanza.
Nos dirigimos todos a casa de Carlos. Su madre nos invitó a entrar. La casa de Carlos era muy grande y la decoración era moderna. Su madre nos invitó a pasar al salón, que estaba pintado de un lila claro excepto una pared, que era más oscura.
- Sentaros – nos dijo su madre.
- Mire Señora, Carlos nos ha contado que se van a vivir a Tokyo – dijo Chris.
- Sí, es así. - contestó la madre de Carlos.
- ¡ Pero no pueden apartarlo de nosotros, NO ES JUSTO ! - dijo Jill.
- Veréis chicos, a Juan le han ofrecido ser director de una gran empresa que está comenzando a tener mucho éxito y no podemos desaprovechar la oportunidad. Desgraciadamente aquí no estamos muy bien económicamente... - dijo la madre de Carlos agachando la cabeza.
- Oh... así que es por eso... - dije.
Nos pasamos media tarde intentando que la madre de Carlos, cambiara de opinión. Incluso le ofrecí la opción de que Carlos se quedara con sus abuelos, o incluso conmigo en mi casa, pero se negó. Ya era tarde y decidimos irnos. Carlos nos acompañó a la calle.
- Bueno Carlos... no hemos podido hacer nada... - dijo Chris.
- Mañana nos despedimos ¿ No ? - dijo Jill.
- Me temo que no, nos vamos esta noche de madrugada. Tenemos que salir de aquí a las 12 y media para llegar al aeropuerto a las 3 de la madrugada.
- contestó Carlos. - Vaya... - dijo Jill.
- Bueno Carlos, supongo que no nos queda otra que despedirnos ahora... Muchas gracias por todo. Toma, quiero darte la foto que nos hicimos juntos hace tiempo, para que no olvides que seguimos siendo amigos. - dije concluyendo con un abrazo.
- Bueno Carlos, eres un gran chico. ¡ Seguro que te hechas alguna que otra novia por allí ! Toma, yo te doy mi pulsera, que como tiene mi nombre, seguro que te acuerdas de mí. - dijo Carlos.
- Carlos, eres un cielo. ¡ Nunca te olvides que te queremos ! - dijo Jill dándole un beso.
- Toma. - Le dijo Jill dándole a Carlos la mitad del corazón de su colgante.
- Para que sepas que ocupas medio corazón. - concluyó Jill.
A Carlos se le saltaron las lágrimas y nos dió un abrazo a cada uno.
- Muchas gracias por todo a vosotros chicos... de verdad... gracias. Hasta siempre. - nos dijo.
Bajábamos todos por la cuesta y allí nos despedimos. Cada uno cojimos una calle. Al llevar un rato andando me dí cuenta que había alguien llamándome. Me dí la vuelta, pero no había nadie. De nuevo escuché que me llamaban, pero esta vez al girarme me encontré a Rebeca asomándose desde una esquino.
- A...yudame... - me dijo.
Me acerqué poco a poco, y ella se adentró de nuevo en la calle. Corrí un poco pero al mirar por la calle, ya no había nadie.