lunes, 28 de septiembre de 2009

Capítulo 9

Apariciones

Conseguí agarrarle la mano a Jill e impedir que se abalanzara sobre la chica.

-Imbéciles, habéis caido en la trampa, habéis venido y ahora no os puedo dejar marchar.- dijo la chica levantando la cabeza. Al principio me dió la impresion de que tenia sus ojos totalmente blancos, pero cuando la observé fijamente descubrí que sus ojos no estaban blancos, si no su iris. La chica caminaba hacia nosotros. La observé de cerca y efectivamente comprobé que era ella, Rebeca. Tenía un aspecto desmejorado, la cara pálida y algo morada, iba toda vestida de negro uniformado y su cabello parecía descuidado debido a su visual alborotado.

- ¡Rebeca! ¿Qué te ha pasado? Dime, qué te preocupó de aquella noche después de romper el vaso.

-¡Cállate! No quiero que menciones nada de aquella noche.

- Jill, ella no es Rebeca... - le dije.

- ¡Claro que es ella Mark! ¿Por qué dices todas esas bobadas?

- ¡No es Rebeca! Si no... Alice. - no me pude contener. La "chica" clavó su mirada sobre mí.

- ¿¡ Qué !? Mark deja las bromas ahora, no es el momento.- me dijo Jill.

La chica movió las manos haciendo un gesto extraño y logramos escuchar un leve chirrido de óxido. De pronto, las puertas del parque cerraron de golpe. Miré el reloj y éste marcaba las 00:13 minutos.

- Vaya vaya Mark, ¿de donde sacaste la inteligencia para saber quién soy?.- dijo acercandose a nosotros. No cabía duda, era Alice apoderada del cuerpo de Rebeca.

- No os puedo dejar vivir.- repitió. - Si tenéis algún último deseo... ahora es el momento.

Jill y yo retrocedimos algunos pasos. Ella los adelantó. Estaba muy asustado, a pesar de que quería hacerme el valiente delante de Jill.

- Mi último deseo es estar junto a Rebeca por sólo unos segundos.- dijo Jill. Rebeca se llevó las manos a la cabeza como si un fuerte dolor de cabeza tuviera.

Dos personas se acercaban al parque.

- ¡Carlos!- dijo Jill
- ¡Chris!- dije. ¡Corred!
- Sacadnos de aquí.

- ¿Qué hacéis aquí? Nosotros estamos aquí porque un papel salió ardiendo y nos dijo que veríamos una gran pérdida en el parque a las 12.15.

- ¡Nos ocurrió lo mismo! - contesté.
- ¿Qué?
- Basta de cháchara. Un último deseo para todos, ya que tódos morireis esta misma noche.- nos dijo Rebeca.
-¡Queremos a la VERDADERA Rebeca!

La chica se llevó las manos a la cabeza y gritó con un grito sordo... Un grito sordo que salió de lo más profundo de nuestra amiga Rebeca. Esta vez si era ella...

1 comentario:

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